La diferencia entre una fotografía profesional y una amateur, salta a la vista del ojo experimentado, por la composición, el juego de luces y sombras, la profundidad de campo, los ajustes de color, las proporciones, las líneas guía, etc, etc.
Pero para el ojo no experimentado, no salta a la vista por características técnicas, sino por algo tan sencillo como que «gusta más».
Da igual si lo que estamos fotografiando son personas u objetos, hay que saber sacar partido a lo que tenemos delante del objetivo, y eso solo lo saben hacer los fotógrafos profesionales.